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Mi corazón falló y mi padre usó Google para salvarme

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Tenía una mirada cómplice, pero no dijo nada. Después de eso, ocurrió dos veces, y siguió sin decir nada. Tal vez eso fue lo que me dio el valor para salir del clóset. Quizá por eso una parte de mí sabía que ella no iba a reaccionar como lo harían los padres promedio en mi país.

“Mamá, soy homosexual”, le dije el pasado agosto cuando estaba sentada en su cama. Como no dijo nada, tragué saliva y lo repetí.

Después de unos segundos, me tomó de la mano, sonrió y dijo: “Siempre lo he sabido y seguiré queriéndote”. Había preocupación en sus ojos, pero me envolvió en sus brazos y comenzó a llorar, y me hizo llorar a mí también.

La primera vez que me dio un ataque al corazón severo, cinco meses después, estaba de vuelta en la escuela. Estábamos aprendiendo cómo funcionan los datos cuando salí para ir al baño. He intentado leer cómo funcionan los infartos para poder describirlos, pero no puedo. Simplemente ocurren. Crees que todo va bien, y lo siguiente que sabes es que estás en el suelo, con las piernas estiradas y el corazón palpitando.

Los infartos son feroces; yo he tenido aproximadamente cinco, uno whole y el resto han sido leves. Cada uno, por muy leve que sea, te deja asustado y preguntándote cuándo puede ocurrir el siguiente.

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Tras el diagnóstico, empecé a hacer ejercicio y a reducir mi consumo de alimentos grasos. También tomo un medicamento cada vez que tengo problemas respiratorios, es decir, todo el tiempo.

Sin embargo, me he acostumbrado a la concept de tener ataques cardiacos leves en cualquier momento del día. A veces es horrible; otras, no. A veces solo quiero rendirme porque la concept de vivir así para siempre me asusta.

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